martes, 28 de junio de 2011

Alex. II


Descalza como estaba bajo al piso de debajo de la casa y se preparó un zumo de naranja antes de pegarle un mordisco a las tostadas que alguien ya había preparado.  Sonó el timbre. No se movió. Volvió a sonar. Lentamente se encaminó hacia la puerta y cuando llego se mantuvo inmóvil delante de ella. Por tercera vez se volvió a oír el agudo sonido del timbre y Alex se tapo la boca conteniendo un gemido. Al cabo de unos instantes un sobre de color verde se coló por la rendija de la puerta y el extraño que se encontraba en el otro lado puso en marcha su coche rumbo hacia la carretera.  Alex se asomó discreta por la ventana y no se sorprendió de ver como se alejaba a toda velocidad un deportivo mercedes negro con los cristales tintados. De repente toda la alegría que tenía esta mañana parecía haberse esfumado con la misma rapidez con la que se marchaba el mercerdes negro. Se quedo unos minutos de pies,  sin moverse, hasta que con un hondo suspiro de resignación encendió el móvil, la pantalla empezó a iluminarse repetidas veces indicando la cantidad de llamadas y mensajes que había recibido. No se molestó en mirar ninguno,  marco rápidamente un número de teléfono y a la segunda señal se oyó que la persona que se encontraba al otro lado descolgaba el aparato. Alex apenas abrió la boca se limito a decir saben que estoy aquí, se mantuvo varios minutos en silencio escuchando lo que tenían que decirle y colgó. El sobre verde seguía en el mismo sitió donde lo había dejado el desconocido y ella se agacho a recogerlo, lo observó  en la parte de delante sólo estaba escrito su nombre y por detrás una frase en italiano que provocó que un escalofrío recorriera su espalda.

Alex.

Alex cerró los ojos y se recostó cómodamente en la almohada. Medio desnuda como estaba sintió el viento descubriendo los secretos de su cuerpo y se dejo hacer mimosa. No tenía nada que hacer, estaba a salvo, no sabían cual era su paradero. Por fin la dejarían en paz. Había decidido desconectar el teléfono, esconder el ordenador y había escrito en la tapa de su diario “Volver a empezar”. Hoy iba tomarse un tiempo para ella como hacía tiempo que no lo tenía. Transcurrió una hora en la que no se movió de la cama, se podía distinguir un esbozo de sonrisa cuando se levantó se miró en el espejo y lanzó un beso al aire. Se recogió el pelo en una coleta alta, se puso la primera camiseta que encontró y se enfundó unos shorts demasiado cortos dejando visibles sus largas y bronceadas piernas. 

domingo, 12 de junio de 2011

Para él. Que vive como una ardilla.

Para ese que en vez de tener 101 dálmatas tiene 101 hijos.
Para ti, que hoy es tu cumpleaños.
Voy ha decirte que no encuentro las palabras exactas para expresar todos mis sentimientos. Nunca se me ha dado demasiado bien. Simplemente quiero que sepas que ahora mismo formas parte de mi vida y espero que no salgas de ella tan rápido como entraste. Tú, que te has colado hasta llegar ha instalarte en el quinto pino empezando por la derecha, al lado de la fabrica de chorizos con vistas a un bonito parque en la calle de mi corazón.
Te quiero. Lo suficiente como para saber que soy feliz contigo.